Los conceptos de Salud Mental y Arteterapia son conceptos complementarios y entrelazados.
Hablar de Salud Mental nos remite fundamentalmente a la posibilidad de un diálogo interno en relación al proceso de vinculación subjetiva. El sujeto nace y se constituye en la relación con el otro significativo; su deseo proviene de aquello que, aún no teniendo forma, sostiene el impulso que nos anima a ser. Esto mismo, esta ausencia de forma del deseo, del ser, es lo que nos lleva de un modo continuo a ir en busca de:
- lo peculiar de sí mismo, de una representación que le procure un sentido a su existencia. Una necesidad imperiosa del sujeto es encontrar, de modo tangible, aquello que le es peculiar, auténtico, individual. Ahora bien, lo peculiar de sí mismo es la capacidad de emocionarse, de vivir las sensaciones y sentirse reconocido y activo en ese proceso. Por otra parte, en lo peculiar de sí mismo se encuentra la tan buscada y, a su vez, encontrada, la diferencia con el otro semejante, ya que sin esa diferencia nos encontraríamos en el encierro tautológico.
- La semejanza con el otro, que no es sino el reverso de lo peculiar de sí mismo. La semejanza con el otro forma parte de la confianza básica desde la que construye el psiquismo, que, por supuesto, no podría ser de otro modo. Es el otro semejante el que me va a proveer el espacio dilatado para poder sentirme reconocido y con la posibilidad de buscar aquello que me pueda vincular.
Esta es la gran paradoja que nos enseña primeramente Freud y que después desarrolla Jacques Lacan: la subjetividad está presa de la semejanza con el Otro y, a su vez, seducida por la diferencia que marca la posibilidad del desarrollo subjetivo.
Ello, nos puede llevar a formular que el acto creativo y la salud mental se constituyen de acuerdo a dos momentos:
- El proceso creativo corresponde al espacio de la ilusión y la posibilidad del hallazgo de lo peculiar de sí mismo; para ello, se sirve de la creación de la forma y de la imagen, para cercar y señalar un contenido que, lejos de estar definido, podemos adivinar su sombra. En este sentido, podríamos entender el proceso creativo como el intento de re-crear aquello que necesita de la imagen para poder ser reconocido.
- El encuentro con el límite de mis percepciones y sensaciones, la decepción interrogante y, por tanto, la necesidad de tener que seguir buscando, investigando, creando. Este límite es lo que abre las posibilidades de formación de sentidos.
Salud mental es el resultado directo del desarrollo de la capacidad de vinculación y ello nos permite dar y sentir existencia, en una interrelación interminable y que funda el espacio de la intersubjetividad. Podemos describir en ello lo que llamamos malestar subjetivo y que da acceso a la construcción del deseo.
Podemos definir también que Salud Mental se define alrededor de cómo vayamos estructurando el espacio intersubjetivo, con sus claroscuros, con sus goces y satisfacciones, con sus malestares y modos de vivir el incesante espacio intersubjetivo.
En ese sentido, diremos que el malestar subjetivo se hace sufrimiento ingobernable cuando deja su lugar a la angustia psíquica, cuando el estímulo de lo nuevo se nos aparece como el temor a la pérdida.
ARTETERAPIA
La definición de arteterapia siempre resulta compleja debido a que, en su hacer, se reúnen distintas fuerzas y necesidades en la necesidad de ofrecer la posibilidad de crear una nueva imagen a la realidad psíquica interna.
Cuando se habla de arteterapia nos referimos de modo fundamental al desarrollo de procesos creativos que permitan al participante vincular lo propio con lo Otro, lo interno con lo externo. Ahora bien, podríamos matizar que en arteterapia no se trata solamente de procesos de creatividad y que, si bien, es indispensable, el proceso central es el del acto creador. En la creatividad se trataría de movimientos que tienen que ver con las representaciones del sujeto, con movimientos destinados a relajar las tensiones del sujeto. En el acto creador, se trataría más bien de la construcción desde lo innombrable, desde la distancia entre la emoción y el lenguaje, situado en esa conjunción de palabra y emoción.
En el proceso de arteterapia, el esfuerzo por crear, revela siempre una inquietud ante lo conocido de sí mismo, pero no menos ante lo desconocido de sí mismo. Es un estallido interior que provoca una multiplicidad de sí y promueve el pegado puzzleriano que nos apuntala a modo de seguridad interna. Es un estallido que revierte en dar sentido a lo que no lo tenía, o dar sentidos distintos, contrapuestos, viscerales, fusionales a lo más insospechado o irreverente. Y como la creación siempre se sitúa y aparece en ese intersticio que se da entre la palabra y la cosa, entre el símbolo y su representante, en eso que podemos llamar la “urgencia del símbolo”, es desde el proceso de arteterapia como podemos mediar sin urgencia, pero con cierta emergencia, por encontrar los referentes plásticos de lo interno, por amortiguar lo imposible de simbolizar. Creo que no se trata de otra cosa en la vida del sujeto y es el interés por excelencia del proceso arteterapéutico.
La clínica de la arteterapia es un “decir de decires”; es la propuesta de un desarrollo lógico, cuya lógica proviene de lo desconocido y, paradójicamente, de lo más cercano.
En arteterapia se trata siempre de un lenguaje, simbólico, que nos dispone en multitud de direcciones y posibles interpretaciones, pero que no pretenden dar un sentido a la obra, sino que ofrecen “variaciones de sentidos”.
La conexión de la clínica y el arte es lo que permite un dispositivo que llamamos “arteterapéutico” y que tiene y le da toda la dimensión a lo que define la existencia del sujeto, su dimensión, su necesidad de construcción constante.
La obra en arteterapia viene a suponer un puente entre el vacío del lenguaje y la relatividad de las emociones. En ese puente encontramos la imagen; por ello, podríamos decir que el sujeto es un ser de imágenes.
El entorno terapéutico brinda un medio seguro y confiable para que estas emociones puedan ser desarrolladas, integradas, metabolizadas y elaboradas conscientemente. En ese sentido, podemos entender que parte del proceso terapéutico consiste en actualizar la realidad.
Entendiendo que el sujeto no es solo lo que dice, ni lo que piensa, ni lo que siente, sino que su reconocimiento está en ese transitar entre lo que piensa, siente y dice, el plus de arteterapia es el de facilitar la creación de sentido a lo interno, a través de la expresión en imágenes, dando forma a lo informe, y dimensionando la cadena asociativa.
Francisco J. Coll Espinosa, director del Máster en Terapias Creativas. Mención en Arteterapia y Mediación Artística de la Universidad de Murcia (UMU). Dr. Psicología, Psicólogo Clínico, Profesor A. Psicología UMU. Vocal de la Junta Directiva de MURARTT, Asociación Profesional de Arteterapia de la Región de Murcia.